

A menos de dos semanas de que se celebre la elección que renovará la gubernatura de Coahuila, las tendencias en la mayoría de las encuestas serias son irreversibles. El candidato del PRI, Manolo Jiménez, aventaja con un rango de entre 15 y 20 puntos al abanderado de Morena, Armando Guadiana. En tercer lugar, según distintas mediciones, aparece el candidato del PT, Ricardo Mejía, y en último lugar se encuentra el exalcalde de Acuña, Lenin Pérez.
Desde el inicio de la campaña y especialmente en los círculos de la “izquierda”, se ha hablado de la posibilidad de declinaciones para intentar rescatar un triunfo que hace un año parecía alcanzable: sin embargo, la historia ya es conocida: la pelea personal entre Guadiana y Mejía ha hecho que esta suposición sea imposible.
A pocos días de elegir a nuestras autoridades en Coahuila, las cosas están tensas entre los seguidores de la izquierda, quienes por primera vez en la historia presentaron a tres candidatos, no necesariamente por un exceso de talento, sino debido a conflictos internos y falta de consenso.
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Lo ideal sería que Mejía declinara a favor de Guadiana por su tercer lugar y debido al llamado de las “corcholatas” a cerrar filas con él, pero fuentes cercanas a Mejía afirman que, si hubiera alguna declinación, debería ser de Guadiana hacia el PT. Es decir, la pelea y la soberbia continúan en su máximo apogeo.
No me agrada comparar el deporte con los escenarios políticos, pero creo que en esta ocasión aplica. Es como si en un partido de fútbol un equipo le gana a otro 5-0 y faltan solo 4 minutos para el final. La pregunta obligada sería: si en 86 minutos el equipo goleado no pudo reaccionar, ¿por qué en 4 minutos haría algo distinto?
Lo mismo ha sucedido con Guadiana y Mejía, quienes tuvieron todo el 2022 para hablar, llegar a acuerdos y unirse, pero nunca ocurrió y dudo que suceda.
Prácticamente en el último momento, no veo condiciones para una declinación y, aunque hipotéticamente se diera, debido al comportamiento en las encuestas y al hecho de que los puntos “no son canicas” y no corresponden a votos estructurales, el resultado no cambiaría en absoluto.
Recordemos que en 2017, el entonces candidato a gobernador del PT, José Ángel Pérez, anunció que declinaba por Morena, que en realidad se trataba de Armando Guadiana, y absolutamente nada sucedió, nada cambió.
En resumen, si hubiera alguna declinación, sería imposible arrebatarle el primer lugar a Manolo Jiménez, tanto por una cuestión matemática como por razones políticas. Sería extremadamente complicado “transferir” los votos de un candidato a otro, especialmente cuando se trata de un rival acérrimo con quien se ha tenido una intensa guerra de declaraciones.
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