La realidad siempre supera a la ficción

La realidad siempre supera a la ficción. El orden cronológico y hasta lógico de las cosas es que primero acontezca un suceso desastroso para después recrearlo y reproducirlo a través de algún medio de entretenimiento como lo pueden ser películas, series, libros, entre otros. ¿Qué pasa cuando a un evento desafortunado precede su representación en una película? Tal y como sucedió con “White Noise” de Noah Baumbach y el descarrilamiento de trenes tóxicos en Ohio, EE.UU.  el pasado tres de febrero del presente año. 

Creer que es una casualidad es demasiado inocente y trastoca la ignorancia; por otro lado, pretender que se trata de una predicción es posible, pero incomprobable y, en última instancia, útil, pero no suficiente, sugerir que se trata de una advertencia, es cruel pero probable. Suponer qué fue lo que determinó que la película se estrenara antes de que se replicará en la vida real un suceso de tal riesgo, es sin duda un ejercicio mental que requiere hacer volar la imaginación, pero entender por qué sucedieron así las cosas es más fácil de lo que parece. 

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Todo evoluciona, así como las mujeres ya no lloran, sino que facturan, los problemas de seguridad, desarrollo social, y medio ambiente no son los mismos que antes; al menos en la forma de percibirlos. Nubes tóxicas y pandemias no son cosas nuevas, pero ¿quién creen qué es el principal responsable de la destrucción humana y su entorno? Subestimar al tildar de exagerada la opinión de quienes sostienen que lo que ocurrió en Ohio, o la pandemia del SARS-CoV-2 han sido conspiraciones para destruir a la humanidad o a determinada población puede resultar un error. 

Gran parte de lo que evoca una sensación de incomodidad y hasta perturbación al consumir contenido del género terror, es precisamente la posibilidad de que esas cosas sucedan.  La necropolítica entre naciones se ha vuelto su deporte favorito cuando de experimentos y guerras se trata y la discriminación despunta como orientador selectivo; incluso si no hubo un dolo que mediara el descarrilamiento de los vagones con sustancias peligrosas y/o generadoras de sustancias tóxicas, sí estuvo de por medio una negligencia recurrente en por lo menos, los sectores legal, comercio de transportes y ambiental. 

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El contexto se compone de factores tales como Rusia suspendiendo el último acuerdo con EE.UU.  para el control de armas nucleares encontrándose en plena guerra con Ucrania; científicos medioambientalistas que mueren accidentalmente camino a evaluar la explosión de una planta metalúrgica en Ohio; Joe Biden dejando en claro su prioridad del momento, apersonándose fuera de agenda en Ucrania, y ausentándose en East Palestine, comunidad políticamente republicana. 

El autosaboteo existe y no solamente a nivel personal, sino entre Estados. México se resiste a legalizar el aborto a nivel nacional; la regresión de EE.UU. anulando su sentencia del caso Roe vs. Wade en la que se garantizaba el derecho al aborto desde 1973, ambas con base en el derecho y respeto a la vida… vidas que poco o nada importan cuando se interponen con los intereses de los narco-estados. No importa si es por medio de drogas ilegales o de químicos de alto riesgo, de acciones o de omisiones, lo cierto es que hay una lista en crecimiento de las vidas arrebatadas por el propio Estado, sean países primermundistas o en vías de desarrollo. 

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