Brigadistas contra el fuego en Arteaga, Coahuila

Brigadistas

Dos de la tarde del domingo 21 de marzo, la jornada había sido ardua desde las 7 de la mañana. Un grupo de brigadistas me había permitido acompañarlos en la lucha que tienen para frenar el incendio que ya ha afectado más de 2,500 hectáreas de bosque tan solo en Coahuila. Le preguntaba a Juan Manuel “May” González, líder de nuestro grupo de brigadistas, ¿oye May, como que ya hace hambre no, a qué hora se come aquí?, “Guillermo, cada brigadista decide a qué hora comer, si el fuego lo permite, cada quien decide cuánta comida y agua cargar, y lo más importante cómo la administra, ¿tú traes tu comida?”, mis ojos saltones fueron respuesta negativa al cuestionamiento.

Mi despertador sonó este domingo a las 4:30 de la mañana, día de descanso marcado hasta en la Biblia; descanso que no permite tomar el fuego que ataca parte de la Sierra Madre Oriental en el área de Arteaga en Coahuila y de Santiago en Nuevo León. Conmemorar el natalicio de Benito Juárez o el inicio de la primavera quedará para otro año. La cita es a las 7 de la mañana en el campamento operativo, donde se coordina todo el trabajo para tratar de frenar el avance del fuego, este se encuentra a las faldas de la sierra, pasando el ejido de los Lirios en Coahuila, a poco más de 50 minutos de Saltillo, la capital de estado.

A las 7:00 horas da inicio el reporte de actividades, al terminar este, Jorge Guerrero de la Secretaría del Medio ambiente, me presenta a Juan Manuel Cárdenas de PROFAUNA quién coordina el trabajo logístico de los brigadistas y helicópteros. Hace lo mismo con “May” González, quien es el coordinador del trabajo de 30 brigadistas voluntarios de Arteaga que están sumados a la lucha para frenar este incendio y proteger la sierra, que para ellos su casa.

El incendio había comenzado entre el lunes 15 de marzo y el martes 16. El combate en las primeras horas fue imposible, la combinación de baja humedad, fuertes rachas de viento y altas temperaturas fueron la combinación fatal que provocaron la imposibilidad del trabajo de los combatientes del fuego en los primeros días. El incendio habría iniciado en el área conocida como La Pinalosa en Arteaga, una de las líneas de investigación principales sobre las causa del inicio del fuego, apunta a un fuego mal extinguido después de que unos turistas prepararon una carnita asada.

Nos subimos junto a los voluntarios a nuestra camioneta para acercarnos lo más posible al área del incendio; fueron algunos kilómetros de carretera y otros cuantos de serranía aprovechando las brechas que en días anteriores habían hecho los voluntarios, brigadistas y personal del ejército hasta llegar a un improvisado campamento intermedio. Pocos pasos tuvimos que dar para que los 30 voluntarios y brigadistas con machete, azadón y rastrillo en mano iniciaran el ataque del incendio, con una fuerza que pudiera confundirse con rabia, como si se tratara de un ladrón que quiere ingresar a sus casas

El ataque al fuego en la sierra tiene dos estrategias principales, la directa y la indirecta. La primera implica enfrentarse directamente al incendio con picos, palas, azadones y descargas de agua evitando que siga avanzando. La otra, la indirecta, es la creación de una línea de defensa, brecha, retirando de la misma todo el material que pueda generar fuego y que cuando el incendio llegue a la brecha no tenga cómo avanzar.

Mientras nosotros seguíamos combatiendo al fuego en la parte media de la sierra, en el campamento base, brigadistas con experiencia y fuerza abordan un helicóptero que los traslada a la parte más alta de la sierra para enfrentar al incendio desde las zonas más complicadas y peligrosas.

La temperatura en nuestra zona iba en ascenso por la salida del sol y por el mismo calor del fuego, mis celulares dejaban de funcionar, los que no se detenían eran los brigadistas en su afán de construir la brecha contra incendio en medio de la sierra sumamente empinada, como si fueran gatos se sostenían para seguir trabajando. Algo de agua llegaba para ayudar a colaborar en el ataque del incendio.

La adrenalina era tal que dentro de mis pocos conocimientos para el combate de incendios, muchos fueron los momentos que dejamos de lado las grabaciones para colaborar un poco con estos voluntarios brigadistas en la contención del incendio. “Memo jala la manguera, está atorada”, alcance a escuchar. Es importante mencionar que el proceso de apagar un incendio forestal no puede ser solo con agua, requiere siempre la participación de los brigadistas que realicen trabajo manual con la diversas herramientas.

Pasaban las horas y los resultados del trabajo de los brigadistas se observaban, la brecha había logrado contener por lo menos el avance del incendio en nuestra zona. Eduardo Alejandro, de los Lirios en Arteaga, estaba ahí con la esperanza de terminar con el fuego evitando “que se nos acabará el pulmón”, analogía perfecta sobre la importancia que debe tener cuidar la Sierra de Arteaga.

Juan Manuel “May” me decía que si quería acompañarlo, tenía que ir a revisar cómo iban trabajando en una parte más alta de la sierra otro grupo de brigadistas, la respuesta fue un “claro, vamos”; no me imaginaba que me esperaba tratar de seguirle el paso por varios kilómetros y en medio de la sierra, a un brigadista con más de 20 años de experiencia dentro del equipo de la Secretaría de Medio Ambiente del Gobierno de Coahuila.

Si no van a cuidar, mejor que no vengan, es lo que menciona Julio César Calderón, voluntario del ejido Rancho Nuevo en Arteaga, sobre los turistas que llegan a las sierras de Arteaga y por una carne asada provocan este incendio.

Un incendio forestal es un “monstruo de mil cabezas”, la vigilancia sobre las zonas que aparentemente ya están controladas debe de ser permanente dado que el fuego, aunque parece increíble, puede estar en las raíces de los árboles o en las copas de los mismos.

El último reporte del Gobierno del Estado de Coahuila es que ya se tiene un control del 40 % del incendio y que están trabajando más de 480 brigadistas del Gobierno del Estado, el Ejército, La Guardia Nacional y voluntarios, apoyados con helicópteros tanto para la descarga de agua como para el traslado de personal a las partes más altas de la sierra. Más allá de cuestiones políticas, el trabajo coordinado entre Gobierno del Estado de Coahuila, personal de diversos municipios, el Ejército y voluntarios ha sido correcto, contra el clima nadie puede.

Es la una de la mañana ya del 22 de marzo, enfrente de mi computadora mis piernas y brazos empiezan a resentir el dolor de acompañar a los brigadistas solo en un día. Mientras yo estoy en la comodidad de mi casa, enfrente de mi computadora escribiendo este texto, cientos de brigadistas duermen en algún lugar improvisado cerca del incendio, para en un rato más estar de pie para nuevamente, salir a combatir al fuego y salvar la Sierra de Arteaga, tan vital para todos los habitantes de Saltillo y la región.

“Ser brigadistas es un trabajo de amarlo, de quererlo, de pasión, no hay un salario que lo mantenga uno aquí… tiene que ver mucho el apoyo de la familia”

Juan Manuel “May” González, Jefe de Brigada
“Ser brigadista, un trabajo que hay que amarlo”

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