En el año 2023 se disputarán las últimas 2 gubernaturas, previo a la elección presidencial del 2024. Esto, no sólo es importante porque podría marcar la tendencia electoral que se ha visto desde el 2018 a la fecha, sino que también son las elecciones de los últimos estados, que hasta el momento, no han tenido ninguna alternancia partidista, es decir, siempre han sido gobernados por el PRI.
Desde el 2018 a la fecha, se ha modificado consistentemente el mapa electoral, pues al inicio del sexenio, Morena gobernaba sólo 4 estados y hoy en día gobierna entre 20 y 22, si se toman en cuenta los estados que ganaron en alianza con Morena, pero que los candidatos fueron de los partidos Encuentro Social y Verde Ecologista.
Por ello, en el 2023 se observará una disputa que podría ser épica en el contexto político nacional. Por un lado, el PRI se juega la permanencia en dos estados que han sido claves para el control y su poder político nacional; Morena se juega la capacidad de operación en estados, que hasta el momento no ha podido ganar.
Recordemos que el Estado de México, representa el estado con mayor padrón electoral, el estado de donde han emanado los líderes políticos más importantes del PRI y que es la “casa” del Grupo Atlacomulco, grupo que nació en tiempos de la Revolución y que, fuera de Eruviel Ávila, gobernador del 2011 al 2017 de ese estado, ha gobernado el Estado de México en todas sus etapas.
Por el otro lado, está en juego Coahuila, estado importante por ser el líder mundial en producción de plata refinada, contar con la productora de acero más grande del país, ser uno de los principales productores de carbón mineral y ocupar una posición relevante en variedad de productos agropecuarios. Además, de afianzarse como uno de los estados más importantes políticamente hablando para el PRI.
Por ello, cada uno de estos partidos, deberán de jugar sus cartas de manera perfecta, elegir bien a sus representantes, evitar disputas internas, como las que sucedieron en Hidalgo, elegir con quiénes irán en alianza, y, por ende, a quiénes nombrarán como candidatos o candidatas.
Todo está en el aire, pero las joyas de la corona del PRI, se disputarán el último año, previo a la elección del 2024 y perder cualquiera de los dos, podría ser catastrófico en términos morales, para este partido. Por eso, que nadie cante victoria, porque no me queda duda que cada uno de los involucrados meterá la “carne al asador”, para buscar que la historia prevalezca o para cambiar el rumbo del poder en esos dos estados.
Hasta la próxima…
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