

Casi 8 de cada 10 mexicanos ya usan servicios financieros
La semana pasada se presentaron los resultados de la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2024, encuesta levantada por el INEGI y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) para generar estadísticas que permitan conocer cómo está la situación de acceso y uso de las personas a los servicios financieros, los comportamientos y actitudes financieras de la población y su conocimiento sobre temas financieros.
De acuerdo con la encuesta, en 2024 la inclusión financiera en México alcanzó su nivel más alto: casi 8 de cada 10 adultos (76.5% de las personas entre 18 y 70 años) cuentan con al menos un producto financiero formal. Esto incluye cuentas de ahorro, créditos, seguros o cuentas para el retiro (Afore).

Las cifras muestran un repunte notable en 2024 tras la pandemia de COVID-19, debido al surgimiento de diversas políticas públicas enfocadas en la bancarización (CODI, programas sociales, Banco del Bienestar), así como la aparición de innovaciones digitales destinadas a ampliar el acceso a servicios financieros en todo el país.
MÁS ACCESO A CUENTAS Y A CRÉDITO; LOS SEGUROS, REZAGADOS
El producto financiero más común entre los mexicanos es la cuenta de ahorro bancaria (incluyendo cuentas de nómina y pagos) dado que el 63% de la población mexicana adulta contaba con una cuenta para el 2024. Este nivel de bancarización representa un salto de casi 19 puntos porcentuales respecto a 2015, evidenciando los esfuerzos por llevar servicios bancarios a más personas, ya sea a través de sucursales tradicionales o mediante cuentas digitales.

El crédito formal también ha crecido gradualmente: 37.3% de los adultos reportó tener al menos un crédito (tarjeta de crédito, préstamo, etc.), frente al ~29% que se registraba en 2015. Esto indica que casi cuatro de cada diez mexicanos accede al financiamiento en instituciones formales, siendo ligeramente mayor la proporción en hombres (38.8%) que en mujeres (36.1%).

En contraste, los seguros continúan siendo el producto menos extendido. Sólo 22.9% de la población cuenta con algún tipo de seguro, porcentaje incluso ligeramente menor al de hace una década. Los seguros más comunes son los seguros de vida (13.9% de la población), los de auto (11.5%), los de gastos médicos (7.5%) y los personales contra accidentes (2.8%).

Por su parte, la tenencia de una cuenta para el retiro o Afore se mantiene estancada en torno al 42% de la población. Esto apenas ha variado en los últimos años, lo que sugiere que el universo de trabajadores con ahorro para el retiro no ha crecido sustancialmente. Además, existe una brecha notable entre géneros en ahorro para la jubilación: comparado con el 51.4% de los hombres, sólo el 34.2% de las mujeres tienen Afore, lo que refleja la menor incorporación de las mujeres al trabajo formal y a mecanismos de retiro.

EDUCACIÓN FINANCIERA Y HÁBITOS DE ESTUDIO
La encuesta sí revela ciertos cambios positivos en las conductas financieras: en 2024, cerca de 65% de las personas llevan un registro de sus gastos personales o del hogar, señal de una creciente conciencia sobre la administración del dinero.
La mayoría lo hace de formas tradicionales —51.8% separa el dinero para pagos o deudas y 39.5% guarda recibos o anota sus gastos—, mientras que un 19.5% utiliza herramientas automatizadas como pagos domiciliados, aplicaciones móviles o programas de administración financiera para organizar sus finanzas. Esta última cifra, aunque minoritaria, indica una lenta adopción de medios digitales para la gestión del dinero personal.

Otro aspecto preocupante es la planificación para el futuro. Ante la pregunta de cómo financiarían sus gastos en la vejez, la respuesta más común fue confiar en apoyos del gobierno. Esta proporción aumentó 11 puntos respecto a 2021, lo que sugiere que más personas esperan depender de pensiones públicas o programas sociales al jubilarse. Casi un porcentaje similar (67.3%) dijo que planea seguir trabajando en la vejez para sostenerse. En contraste, opciones como vivir de una pensión formal o ahorros propios quedaron por debajo del 51%.
Estas actitudes evidencian tanto la falta de cobertura suficiente de los esquemas de pensión y ahorro, como lagunas en educación financiera que derivan en escasa previsión individual para el retiro. Aunque más mexicanos interactúan con el sistema financiero, persiste el reto de mejorar sus conocimientos y hábitos para que esa inclusión se traduzca en bienestar financiero a largo plazo.

BOOM DIGITAL Y USO DE SERVICIOS
Los resultados de la ENIF 2024 también reflejan cambios en cómo la población usa los servicios financieros. La digitalización avanza a paso firme. Entre quienes tienen cuenta bancaria, el uso de aplicaciones móviles para consultar saldos o hacer movimientos pasó de 54.3% en 2021 a 69.1% en 2024, en buena medida por la comodidad de manejar las finanzas desde el celular.

En cuanto a medios de pago, la preferencia por el efectivo ha ido cediendo terreno lentamente. El efectivo sigue siendo el medio más usado en compras pequeñas, pero su uso cayó unos 5 puntos porcentuales tanto en pagos menores a 500 pesos como en compras mayores, entre 2021 y 2024.

Finalmente, el 2.1% de la población mexicana adulta ha comprado criptomonedas, siendo más los hombres (3.4%) que las mujeres (1.0%), y siendo más populares en la región noroeste del país (3.4% de los adultos de la región).
BRECHAS PERSISTENTES: GÉNERO, REGIÓN Y GUPOS VULNERABLES
A pesar de los avances generales, la ENIF 2024 evidencia que persisten brechas de inclusión financiera entre distintos segmentos de la población. La brecha de género todavía es visible: 72.8% de las mujeres tiene al menos un producto financiero, frente a 80.9% de los hombres. Factores como la brecha salarial y la menor participación laboral femenina siguen traduciéndose en menor acceso femenino a servicios como el crédito o las Afores.
Las brechas regionales son también pronunciadas. En 2024, las regiones norteñas presentan los mayores niveles de inclusión. Dichas disparidades geográficas se explican en parte por la distribución de la infraestructura bancaria y económica: en el norte y la capital hay mayor presencia de bancos, fintech y economías formales, mientras que el sur del país enfrenta más barreras de acceso.

La encuesta también revela que entre la población económicamente activa (PEA) la inclusión financiera es del 80.9%, mientras que entre la población no activa –como amas de casa, estudiantes o adultos mayores retirados– es apenas de 62.7%. Esta brecha de más de 18 puntos porcentuales refleja que tener ingresos propios (y generalmente, una cuenta de nómina) facilita el acceso a servicios financieros, mientras que quienes no están vinculados al mercado laboral formal suelen quedar al margen del sistema bancario.
Estos sectores requieren atención especial en las estrategias de inclusión, a fin de que el lugar de residencia, el origen étnico o la situación laboral no sigan siendo barreras para acceder al sistema financiero.
AVANCES Y DESAFÍOS
La ENIF 2024 pinta un panorama de avances significativos en la inclusión financiera de México en los años recientes. En suma, México ha dado un paso importante hacia la inclusión financiera universal, aprovechando la tecnología y políticas públicas para que cada vez más personas tengan acceso a una cuenta, un crédito o un medio de pago formal. El siguiente paso es profundizar esa inclusión: que dichos productos realmente mejoren la calidad de vida de las familias, cierren brechas de desigualdad y contribuyan a la estabilidad económica individual. Los hallazgos de la ENIF 2024 servirán de guía para afinar la estrategia nacional en esta materia, manteniendo el enfoque en los sectores faltantes y en la educación financiera para que la inclusión sea inclusión con bienestar.Fuentes: Resultados de la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2024 (INEGI-CNBV) inegi.org.mx; comunicado de prensa INEGI; Panorama de inclusión financiera (CNBV); gob.mx; y reportes periodísticos sobre la ENIF. Todas las cifras corresponden a población de 18 a 70 años de edad.
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