
Esta enfermedad es caracterizada por causar un dolor punzante intenso o una sensación de latido en la cabeza, generalmente de un solo lado, con ataques recurrentes.
Los episodios de migraña pueden generar mucho dolor durante horas o días, y pueden ser tan intensos que causan un dolor incapacitante. Los síntomas de advertencia, que se conocen como aura, pueden aparecer antes del dolor de cabeza o junto con él. Entre ellos se incluye ver luces destellantes, tener puntos de ceguera o sentir hormigueo en una parte de la cara, el brazo o la pierna.
Por lo general, las migrañas comienzan en la niñez, la adolescencia o al comienzo de la adultez. Estas pueden empeorar en cuatro etapas: pródromo, aura, cefalea y pósdromo. Es posible que una persona no atraviese todas las etapas.
Por lo general, las migrañas no se diagnostican ni se tratan. Si se padece signos y síntomas con regularidad se debe llevar un registro de las crisis y de cómo se tratan. Luego se consulta con un médico para preguntarle por las cefaleas que se padecen. Incluso si hay antecedentes, se debe acudir al médico si el patrón cambia o si las cefaleas de repente provocan otros síntomas.