Imagen: La Razón de México
Acorralados, desarmados y amedrentados por la ciudadanía, es el nuevo rostro que muestra el Ejército mexicano con la llegada del presidente Andrés Manuel López Obrador, bajo el argumento del respeto a los derechos humanos y la no confrontación, porque “son pueblo uniformado”.
Este lunes el mandatario federal negó que el Ejército pudiera desaparecer y de forma sarcástica afirmó que “por eso se hacen los rumores”; sin embargo, de su propia voz apenas el 1 de julio de este año, en una entrevista para La Jornada, expresó: “Si por mí fuera, yo desaparecía al Ejército y lo convertía en Guardia Nacional”.
En la práctica, el papel del Ejército se ha visto disminuido; en el gobierno del tabasqueño esta corporación tampoco encabeza operativos contra el crimen organizado porque la idea no es detener a los grandes capos, sino atender las causas de la inseguridad.
Aun con estos cambios en las funciones que tuvieron los militares en anteriores administraciones, para evitar actos violentos, este fin de semana el teniente coronel del Ejército, Víctor Manuel Maldonado, murió tras un ataque, por un grupo armado, en el municipio de Ziracuaretiro, Michoacán.
Ante este hecho el presidente externó sus condolencias:
“Lamento mucho lo de la pérdida de la vida del coronel en Michoacán, como lamento mucho la pérdida de vida de los soldados, marinos, que en cumplimiento de su deber pierden la vida. Mi pésame sincero, me produce tristeza cada vez que me informan sobre un hecho así”, expuso.
A los militares también les envió un mensaje: “Mi abrazo fraterno, solidario, y agradecerles porque no es la lealtad sólo a las instituciones o al presidente, lo más importante es la lealtad al pueblo de México”.
Pero este discurso no ha sido el que siempre ha tenido el presidente.
En campaña electoral el mandatario tabasqueño repitió una y otra vez que los militares dejarían las calles para volver a los cuarteles, hoy lo está cumpliendo pero con un tono de discurso cada vez más tenue, desde que llegó a Palacio Nacional.
En su campaña de 2012 cuando era precandidato, aseguró que enviaría al Ejército a los cuarteles en seis meses en cuanto llegara a la presidencia.
Cuatro años más tarde, una de las entidades donde el ahora mandatario federal hizo este llamado fue en Coahuila, en diciembre de 2016, cuando pidió al entonces secretario de la Secretaría de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, “no continuar con la política coercitiva, pues no se resuelve nada con el uso del Ejército, Marina, policías, cárceles, amenazas de mano dura, con leyes más severas, dado que la paz y la tranquilidad son frutos de la justicia”.
Pero no fue hasta el 25 de noviembre de 2018 cuando López Obrador, con su gobierno en transición, cambió el discurso con las fuerzas armadas, al dejar de exponer explícitamente que tendrían que regresar a los cuarteles, pero sí al pedirles apoyo para la creación de la Guardia Nacional.
Y fue precisamente mediante una petición al General Cienfuegos, funcionario del aún presidente Enrique Peña Nieto, para que reuniera a 32 mil integrantes de las Fuerzas Armadas.
“Vengo a convocarles para que juntos, de conformidad con la Constitución, que es la ley suprema, podamos enfrentar el grave problema de la inseguridad y de la violencia en nuestro país”, pronunció en un evento inédito en el que un presidente electo caminó entre elementos de Fuerzas Armadas, acompañado por el General comandante del Ejército y en ausencia del entonces comandante supremo.
Ahí expuso que el país vivía graves condiciones de violencia que fue originada por una política económica, de hace 36 años, además de que se buscó regular la violencia con más violencia.
Pero habían pasado apenas 12 años desde que el primer operativo en el que el expresidente Felipe Calderón ordenó la injerencia del Ejército, la Marina y la Policía Federal, a solo diez días de asumir su mandato.
El 31 de enero de 2019, el presidente López Obrador, pronunció en su discurso: “Oficialmente ya no hay guerra, nosotros vamos a conseguir la paz”, con esto consideró que terminaría con los enfrentamientos entre fuerzas armadas y la población mexicana.
El panorama ha sido otro. El de los elementos del Ejército e, incluso, de la recién creada Guardia Nacional, rodeados y amenazados por la propia ciudadanía, sin la posibilidad de lograr un orden sin violencia.
Ante esta serie de cambios en el discurso, este lunes el presidente no pudo responder cuál será el nuevo papel del Ejército Mexicano ante este panorama y, sobre todo, ante la creación de la Guardia Nacional.
“Nosotros tenemos que buscar la paz y hacer a un lado la violencia, y estamos trabajando todos los días con ese propósito. Y ese es nuestro principal desafío: el garantizar la paz y la tranquilidad”, repitió López Obrador en su conferencia matutina de este lunes.
Se trata de un panorama que a las propias corporaciones les deja un escenario incierto sobre su función o papel en la actualidad mexicana.