WOODY ALLEN: “NO ME INTERESA QUÉ HAGAN CON MIS PELÍCULAS CUANDO YA NO ESTÉ”

La ironía es una de las armas más poderosas en su cine. Pero ¿no cree que está en desuso? “Hay una gran parte del público que quiere mensajes muy claros: a qué te refieres, qué es lo que defiendes…, pero hay otra parte –más reducida– que es muy sofisticada y que no espera que abandones la ironía. Grandes cineastas a lo largo de las generaciones, como Buñuel o Bergman, han tenido buen público, no muy grande, pero sí bueno, a pesar de que sus películas son complejas y muy abstractas”.

Cuando escribe y cuando rueda…, ¿le es más difícil poner o quitar? “Me es más difícil poner. Es que crear algo es muy difícil. Bueno, si estás acostumbrado, no tanto. Hay personas que saben dibujar genial, te hacen un dibujo perfecto de un caballo. Yo soy incapaz. Pero ellos te dicen: ‘¡Si es muy fácil!’. Pues a mí me pasa lo mismo con las películas: puedo hacerlas. Y la gente las ve y piensa: ‘¡Qué difícil debe de ser!’. Pero, si te dedicas a ello, no lo es, o no lo es tanto”.

La realidad es demasiado triste y demasiado dura, y por eso sigue inventando historias a sus 83 años. ¿Le vale como juicio? “Claro, porque la ficción es mucho mejor que la realidad, sin comparación. La realidad es una pesadilla. La ficción la puedes controlar. Puedes hacer que los personajes estén tristes o contentos, puedes poner una música preciosa, pero en la realidad no controlas nada. Lamentablemente, uno no puede vivir en la ficción, o se volvería loco. Hay que vivir en la vida real, que es trágica. Si yo pudiera, viviría en un musical de Fred Astaire. Todo el mundo es guapo y divertido, todos beben champán, nadie tiene cáncer, todos bailan, es fantástico”.

La realidad no ha sido especialmente cómoda con usted en los últimos tiempos… Me refiero a las acusaciones de abusos sexuales lanzadas en su contra. Me gustaría saber qué impacto ha tenido todo este asunto en su estado de ánimo. Cuando haga balance de su vida, ¿cuánto y cómo cree que pesará todo esto?

“Mire, echo la vista atrás, recuerdo mi vida y me siento como alguien tremendamente afortunado. Lo he sido siempre. He tenido buena salud. Tengo una mujer maravillosa. Hijos. Trabajo en algo que me encanta, adoro hacer películas y obras de teatro. Toco con mi banda de jazz por todo el mundo. Soy un afortunado y nada ha obstaculizado esa fortuna; tampoco todo esto que ha pasado, que es un error y una injusticia. Es una situación que está fuera de mi alcance, así que procuro concentrarme en mi trabajo y en mi familia. Pero eso no me impide pensar que la vida es una experiencia triste”.

¿Cómo hace para tratar tanto y tan intensamente el tema del sexo sin mostrar escenas de sexo? “No hace falta mostrar sexo para hablar de sexo, como no hace falta mostrar violencia para hablar de la violencia. La violencia puede ser artística y dramática, maravillosa, fíjese en Bonnie & Clyde. El problema es que directores sin talento la sacan a pasear una y otra vez y se piensan que son Scorsese, pero no, no son Scorsese. Lo mismo pasa con el sexo. Si lo exhibes, deja de ser dramático. Yo no quiero infravalorar la inteligencia del público, asumo que estoy hablando de sexo a gente inteligente”.

¿Qué le ha faltado para la felicidad completa? “¿Felicidad? Nadie de nosotros entiende las circunstancias en que venimos a este mundo. La vida carece de sentido. Sabes que vas a morir. Que la gente que quieres va a morir. No me gusta. Así que la felicidad…” El pesimismo y el realismo. Es que todos acabaremos en el mismo sitio, y eso es horrible.

“En mi película Stardust Memories todos los trenes tenían el mismo destino. Era trágico. Pero prefiero pensar que he sido un afortunado. He hecho lo que me ha gustado y encima me han pagado por ello”.

¿Qué le provocan palabras como posteridad, legado? “No me interesa mi legado, no me interesa lo que hagan con mis películas cuando ya no esté, como si las tiran al mar. Una vez que estás muerto, estás muerto. Se acabó. Hay gente a la que sí le importa la posteridad. A mí me importa un pito. Y estoy seguro de que lo mismo le pasaba a Shakespeare”.

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