LA HISTORIA EN LLAMAS

Lo acontecido

La madrugada de hoy, 18 de julio, un incendio devoró a un inmueble histórico de la ciudad de Saltillo, La Casa Alameda, un centro cultural erigido hace ya más de 100 años, en el centro de la ciudad; en la esquina de Purcell y Ramos Arizpe, frente a la plaza Alameda. 

Si bien el lamentable acontecimiento fue reportado a las autoridades, para cuando el cuerpo de bomberos arribó al lugar, el fuego ya había alcanzado la mayor parte de la mansión. El incendio se extendió varias horas, en las cuales el equipo de bomberos combatió vigorosamente el fuego, logrando controlarlo parcialmente hasta entrada la mañana.

La historia en llamas

El paso del tiempo es implacable, para todos sin excepción, los días, los meses y los años afectan nuestro entorno y en el proceso a nosotros mismos, almas vienen, almas se van, todas y cada una con la firme convicción de que su paso por la tierra no fue en vano. Y así como el tiempo construye panoramas, el predio que alguna vez perteneció al acaudalado Guillermo Purcell allá por 1892, también sufrió las transformaciones que se dan con el pasar de las épocas, donde hubo un terrenal, se erigió una mansión, construida por Francisco Salas un simple visitante que estaba casado con una extranjera; desde la mente de la damisela, y con aquella influencia que las mujeres tienen sobre los hombres, la mansión adquiriría su diseño europeo, posicionándose el inmueble en la esquina de Ramos Arizpe y Xóchitl, que eventualmente se convertiría en Purcell, el año seria 1917.

Eventualmente en 1945 la mansión pasaría a ser propiedad del entonces gobernador de Coahuila, el Gral. Ignacio Cepeda Dávila, un hombre joven que habitaba la casona con su familia, un revolucionario (herencia de su padre) que inclusive en su vida política, se mantenía rebelde al no apoyar al presidente en turno, Miguel Alemán, quien, con la bilis característica de la clase política retiró todo apoyo para el estado de Coahuila. Cepeda viajó hasta la capital del país, solicitando nuevamente el apoyo federal, hubo un encontronazo, los dos hombres terminaron peor de cómo estaban. Cepeda regreso a Saltillo derrotado y sin éxito. 

Ignacio Cepeda Dávila, un ex-revolucionario, en parte, por la sangre que corría en sus venas, más guerrero que político, llegaría a su mansión, se encerraría en su habitación y en un acto fatal se quitaría la vida disparándose en la sien. La habitación se mantendría en silencio, con el olor a pólvora, madera y sangre revoloteando en el aire. La casa entonces albergaría fantasmas del pasado, mismos que la esposa de Cepeda no podría soportar, eventualmente ella misma se iría, dando paso a un par de transformaciones mas. La mansión seria rentada a un sinnúmero de instituciones, entre ellas, la más conocida siendo la Escuela de Música de la Universidad Autónoma de Coahuila.  

Hasta hace poco la Casa Alameda, o la Casa de la Música seguiría siendo propiedad de los herederos de Cepeda, y la misma se volvería un centro cultural de gran importancia en la ciudad de Saltillo. Un santuario histórico para todo aquel que estuviera dispuesto a sentir y escuchar.

Ardor de madrugada

Me encuentro en la Alameda, hoy es 18 de julio y el verano muestra sus colores, el día esta soleado, el cielo azul, y el verde abarca todo lo que alcanza la vista, sin embargo, el motivo de mi visita es sombrío, me aventuro a observar con mis propios ojos el suceso con el cual despertaron los saltillenses este día: La Casa Alameda, también conocida como la Escuela de Música, hasta hace unas pocas horas un centro cultural, había sido consumida por un fuego implacable, el cual a su vez había sido imposible de contener a tiempo. De alguna manera mi curiosidad por saber que aconteció me gana, me aproximo a un joven que se encuentra en el Oxxo a lado de la mansión, parece saber algo.

Su nombre es Marco Antonio, se encontraba trabajando en el Oxxo a lado de la casona, me presento y él, de una manera accesible, acepta contarme lo sucedido, le pregunto si sabe lo que paso, en que momento se dio cuenta del incendio:

“(…) empezaron a gritar, seguía mi líder aquí (su jefe directo) y nos asomamos, salimos y vimos que estaba alto el fuego”.

“Unos chavos salieron corriendo (de la Casa Alameda) y nos pidieron prestados nuestros extintores, nosotros se los prestamos y ellos fueron y lo intentaron apagar”

A lado de nosotros un grupo de hombres trabaja en el cableado de luz del Oxxo, aparentemente tratan de asegurarse que no haya ningún corto, Marco Antonio sigue con su testimonio, le pregunto si conoce la causa del incendio:

“se fue la luz, incluso los de comisión nos dijeron que bajáramos los switches, (…) yo digo que fue por el cableado viejo” 

Marco Antonio y yo coincidimos en que, quizá, un corto fue lo que originó el incendio, una conjetura del momento. Marco siendo testigo de todo en el curso de la madrugada me dice aproximadamente cuanto duró el fuego lastimando la casa:

“(…) hasta las cuatro de la mañana y aún el incendio seguía vivo”

“De hecho, me toco a mi todavía estar aquí en la mañana, y aquí seguían los bomberos y la policía, lograron apagarlo y pues hubo un airecito y se volvió a prender”

Me despido de Marco, y le doy las gracias por su ayuda, el se vuelve a sentar, a meditar lo sucedido, a rondar sus pensamientos. Paso por la mansión, el olor a madera quemada impregna el ambiente, los bomberos y oficiales de policía rondan los interiores de la casa, y uno que otro mirón (incluyéndome) se quedan un momento contemplando la destrucción. 

Me dirijo hacia la alameda, en busca de algún testigo más de lo acontecido; unos jóvenes conversan con protección civil, claramente son lo mismos que en aquella madrugada presenciaron con impotencia lo destructivo de un fuego vivo; me acerco a ellos, les solicito unas palabras, pero cordialmente me rechazan, y con justa razón, se notan cansados y abrumados, me retiro sin rumbo claro.

Un jardinero de la alameda que miraba fijamente la mansión también se ve consternado por lo acontecido, me presento y hago conversación, su nombre es Alberto, y se le notan los años, sin embargo su semblante es vívido, me inspira confianza, él entra a las 7:00 a.m. a trabajar y se topa con un panorama inusual:

“(…) yo me di cuenta en la mañana que llegué porque nunca cierran la calle, y hoy estaba cerrada, (apunta hacia Purcell y Guadalupe Victoria) y se me hizo raro porque nunca la cierran”

“yo llegué quince para las siete y todavía estaba el incendio, de hecho, todavía esta saliendo humo de ahí (apunta hacia las chimeneas de la mansión)”

Sin ningún aparente testimonio más que recabar, y con las ansias de registrar lo sucedido, me subo a mi carro, y me voy con dirección hacia mi hogar, sin embargo y por obra del destino, mientras me retiro, la casualidad me hace encontrarme con una joven la cual previamente había visto conversando con protección civil, sin pensarlo dos veces, lo vuelvo a intentar, solicito unas preguntas y ella, con un semblante amable, accede. 

Su nombre es Arelly Díaz, tiene el cabello castaño y los ojos penetrantes, esos que se ven en los soñadores; es licenciada en educación primaria, una estudiante de la escuela de Artes, y gestor cultural de Casa Alameda desde su primer día, allá por septiembre del 2015, cuando inauguraron la casa como un centro para la cultura y las artes, le pregunto por lo acontecido, y en su testimonio ella me comparte: 

“Yo el día ayer no asistí a las instalaciones (…) me informaron el día de hoy, mediante una llamada (sobre lo acontecido), el suceso ya estaba siendo transmitido en las paginas de noticias” 

“Mis amigos, compañeros, estaban en la parte de adentro, tenían dos días que se habían instalado en la casa, estaban en la parte de arriba, terminando de montar una pequeña biblioteca (…)”

“(…) escuchan un ruido, uno de mis amigos baja y observa que había mucho humo, trata de acercarse y observa que el fuego ya se estaba iniciando por la parte del lado derecho de la casa, todo mundo hace luego luego referencia a las cocinas, bueno, la cocina esta del lado izquierdo, están de extremo a extremo (el lugar donde se inicio el incendio y la cocina)”

“Al momento que escuchan el ruido se va la luz, y regresa, ellos bajan, ven el humo y bajan los switches, despiertan a otros dos compañeros y salen de la casa” 

Le comento a Arelly el episodio con los extintores y me confirma la versión contada por Marco Antonio:

“Tenían un extintor por la parte de afuera, (…) lo tomaron junto con algunos elementos de la policía, y fueron al Oxxo a pedir uno, pero por mas que trataron de calmarlo con eso y con garrafones, aun así, el incendio se propagó rápidamente”

“Una ventaja es que (…) cuando ellos salen de la casa, ya había policía afuera”

Arelly les reconoce los esfuerzos a las fuerzas policiales, y su pronta respuesta al suceso, mismo que fue atendido diligentemente gracias a que siempre hay una patrulla dando rondines alrededor de la Alameda

“Están tratando de localizar a los dueños (la familia Cepeda, herederos de la mansión), para que primero se den cuenta de lo sucedido y para que ellos mismos tomen cartas en el asunto”

Me es imposible no preguntarle a Arelly, sobre el peso cultural que tiene la perdida de un inmueble con tal relevancia histórica para la ciudad, ella toma un largo suspiro y trata de dimensionar en palabras una descripción justa y acertada:

“Es una perdida bastante grande (…) para mi, me estaban haciendo cenizas una parte mía, de esfuerzos de estos cuatro años, (…) lo histórico y cultural se refleja en el amor que teníamos por la casa (…) dentro de la casa había exposiciones culturales, teníamos una galería, clases de escultura, exposición de juguetes antiguos, se habían traído obras de teatro de la ciudad de México (…) era una casa cultural multifuncional”.

“La casa se podía convertir y volver a transformar en cuestión de minutos, se montaban y desmontaban eventos, tanto privados como culturales, tanto gratuitos como con un costo”

“Fue nuestra vida ahí durante cuatro años, y una vida que se enriquecía con pláticas de la gente que entraba, no era poco común toparte con alguien que entraba a la casa y nos decía, <yo estuve aquí cuando fue la escuela de música, yo traje a mi hijo aquí cuando era una guardería, vine a fiestas cuando la casa estaba abandonada>”

“Nunca se quito su esencia, seguían las mismas paredes, los mismos tapices, las escaleras (…) ya no hay escaleras, de lo mas impresionante que tenia la casa”.

“Estamos recibiendo mucho apoyo, de gente que nos esta escribiendo, que nos dicen en que nos pueden ayudar, ahorita mis compañeros y yo no podemos tomar una decisión, porque es un proceso que depende de los dueños”

Le agradezco a Arelly el tiempo compartido conmigo a pesar de su duelo, coincidimos en que la Casa resurgirá de sus cenizas y nos despedimos, se le ve fuerte, entera y aun así tremendamente sensible a lo ocurrido, el día sigue soleado, el verano aun muestra sus colores, inconsciente de lo perdido. Solo las preguntas quedan, ¿qué es lo que realmente ocasiono el incendio? ¿Qué pasará con la Casa Alameda? ¿Una reconstrucción es viable a estas alturas? Preguntas que se resolverán en los próximos días, ya que, los familiares propietarios han manifestado que solamente están esperando los resultados periciales y de protección civil, para saber cual será el destino del recinto cultural e histórico, Casa Alameda.

La Casa Alameda siempre fue un lugar quimérico, sufrió múltiples transformaciones, mismas que afectaban de alguna u otra manera las vidas de quienes la visitaban, albergando la cultura de un Estado y de un país, las ideas y el amor a raudales que se desbordaba de sus paredes, un sitio para los melancólicos y para los incomprendidos, para los artistas y los soñadores, para los enamorados, para los corazones solitarios, un espacio para la vida y su sinfín de acervos.