Los retos de la educación

De acuerdo con la Unesco, desde sus orígenes, la educación fue dando al ser humano los instrumentos necesarios para su uso y dominio de la naturaleza.
De acuerdo con la Unesco, desde sus orígenes, la educación fue dando al ser humano los instrumentos necesarios para su uso y dominio de la naturaleza. / Foto: IBERO

Aprender a aprender, a hacer, a ser y a vivir en comunidad

De acuerdo con el Banco Mundial, “la educación es un derecho humano, un importante motor del desarrollo y uno de los instrumentos más eficaces para reducir la pobreza y mejorar la salud, y lograr la igualdad de género, la paz y la estabilidad… en lo que respecta a las personas, promueve el empleo, los ingresos, la salud y la reducción de la pobreza… en cuanto a las sociedades, contribuye al desarrollo económico a largo plazo, promueve la innovación, fortalece las instituciones y fomenta la cohesión social”.  De aquí que no debe ser tomado como un simple tema.

Si antes de la pandemia de COVID-19 se reportaba una crisis mundial del aprendizaje, definitivamente esta se agudizó con el necesario cierre de escuelas durante la misma; la UNESCO proyecta que del 2019 a 2022 la pobreza de aprendizaje (es decir el porcentaje de niños y niñas que no pueden leer y comprender un texto simple a los 10 años) se haya incrementado del 52.3% al 79 por ciento.

Estamos por vivir un cambio de Gobierno que seguramente se reflejará en cambios en los distintos ámbitos, entre ellos, la educación, y aunque esta no es sólo responsabilidad del Gobierno, sino que las instituciones y sociedad civil también debemos asumir una postura activa y asertiva, es un buen momento de plantearnos cuáles son los retos y desafíos de la educación actual.

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Y el primer punto por considerar son las recomendaciones de instancias internacionales expertas en el tema como el Banco Mundial y la UNICEF.

La primera de sus recomendaciones es enfocarnos en la recuperación de los aprendizajes; es necesario reconocer la afectación por la pandemia no sólo en el aprendizaje de los niños, -sobre todo de los más pequeños-, sino el impacto en el abandono escolar por el efecto económico en muchas familias. Por ello, además de buscar estrategias para traer de regreso a los estudiantes que abandonaron, hay que trabajar en las habilidades fundamentales:  la lectura, la escritura y las matemáticas que son la base del aprendizaje. Sin el dominio de estas habilidades es difícil que un niño o joven pueda seguir aprendiendo; para ello, si no se ha hecho, será necesario hacer un diagnóstico del estado actual en estas habilidades y plantear estrategias específicas para cada contexto pues, aunque seguramente algunos ya lo estuvieron trabajando de forma efectiva, es probable que otros todavía requieran un importante reforzamiento.

El segundo reto, también propuesto por estas instituciones, es trabajar las habilidades blandas, o transferibles (UNICEF). Estas habilidades no están directamente relacionadas con el aprendizaje de contenidos, pero son las que ayudan a aplicarlos y a desarrollar otras habilidades que nos ayudan a adaptarnos a diferentes contextos; están basadas en los cuatro pilares del aprendizaje propuestos por Jacques Delors (1996): aprender a conocer, a hacer, a ser y a vivir en comunidad.

Y ¿cuáles son estas habilidades?

  • Las primeras están relacionadas con aprender a entender; enseñar a construir el conocimiento para que se pueda seguir aprendiendo toda la vida, tomando una postura crítica respecto del saber; para  ello necesitamos desarrollar habilidades como el pensamiento crítico, la creatividad y la resolución de problemas.
  • El conocimiento debe aplicarse, por ello debemos aprender a hacer; se enfoca a enseñar las técnicas, pero también su sentido ético y práctico, de manera que al integrarse al sector productivo, se asuma el compromiso de mejorar la sociedad y respetar la dignidad de las personas.  Para desarrollar este eje debemos trabajar las habilidades de cooperación, negociación y toma de decisiones.
  • Las personas no somos lo que sabemos o hacemos, por ello el tercer eje es aprender a ser, fortalecer la identidad personal con base en los valores deseados y aceptados para propiciar mejores generaciones; para lograrlo debemos trabajar habilidades como el manejo de uno mismo, la comunicación y la resiliencia.
  • Por último, vivimos en sociedad, por ello el último eje es aprender a vivir en comunidad, de manera que convivamos en armonía, seamos mejores ciudadanos, conviviendo con las demás personas y evitando dificultades que enfrentamos como sociedad, como la violencia, discriminación, desigualdad e injusticia.  En este rubro requerimos aprender habilidades como la empatía, la participación y el respeto por la diversidad.

Estas habilidades también se vieron fuertemente afectadas en la pandemia, y aunque en algunas instituciones se han retomado, es fundamental trabajarlas de forma deliberada para ayudar a los niños, niñas y jóvenes a desenvolverse en los diferentes ámbitos y adaptarse a nuevas situaciones.

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El tercer reto que estas instituciones plantean es trabajar las habilidades digitales, que son las que permiten utilizar y comprender la tecnología. 

Paradójicamente, aunque la pandemia nos obligó a utilizar soluciones digitales para permanecer educándonos, destacando la importancia de las habilidades digitales en los diferentes ámbitos, también hizo más evidente las disparidades relacionadas con la dificultad de acceso a la tecnología.  De acuerdo con los datos de la UNICEF, casi la mitad de la población de 0 a 25 años no tiene acceso a internet desde el hogar, lo que afecta el desarrollo integral, pues estas habilidades permiten a los niños, niñas y jóvenes  “desempeñarse en la vida diaria, hacer una transición exitosa hacia un empleo digno o iniciar un emprendimiento y participar productivamente en sus comunidades”, (UNICEF);  son un medio para acceder a la información, conocimiento y cultura, son también un canal de comunicación y colaboración e incrementan las oportunidades laborales para los jóvenes en un mundo en el que la digitalización es una necesidad patente. 

En conclusión, una de las prioridades que debe atender cualquier Gobierno es la educación, pues es motor de su desarrollo; y considerando nuestra realidad actual, es fundamental que se establezcan estrategias serias y bien fundamentadas para que los niños y jóvenes no sólo adquieran los aprendizajes básicos, sino que también desarrollen habilidades para ser personas íntegras y mejores ciudadanos que promuevan el mejoramiento del entorno.

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